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lunes, 26 de abril de 2010

Ambiguo Sector

De todos los sectores públicos, de todos los servicios que la ciudadanía tiene derecho, el que mejor debería estar diseñado, el que mejor servicio debería proporcionar, el que debería ser el mejor en todos los países sin importar ser primer o tercermundista; es el que más problemas tiene, el que peor sistema de capacitación en atención tiene, el que requiere y exige volteen a verlo para ayudarlo, sí adivinaste y sí no lo hiciste nunca has ido a un Hospital Público.

Una de esas cosas a las que llaman destino, me ha llevado a ver los dos lados de la moneda. Porque sí, para hablar del servicio médico y hospitalario, el sector salud en Puebla, hay que ver los dos lados de la moneda. Porque tan fácil es criticar como derechohabiente la falta de fichas para ciertas consultas, las instalaciones tan pobres, en algunos casos, la falta de atención del personal, como también es fácil dar réplica como médico del exceso de consultas para un solo día, como de la falta de recursos para atender a los pacientes, del cargo desigual de trabajo para unos y otros y finalmente de la política subyacente que existe en este sector, tan vasta y tan bien trabajada como las reuniones de mis cuates. Y no soy Medico, ni pretendo serlo. Simplemente soy un espectador, alguien que ha vivido la letanía del trámite, la misma que viví cuando saque mi licencia de conducir, sólo que hay un pequeño detalle, no hay vidas que dependen de la licencia.

Un problema que sí bien no agobia a todos, sí a la gran mayoría, y no solo me refiero a los pacientes. ¿Pero, verdaderamente donde está el problema? Soy Comunicólogo y me jacto de serlo y por eso estoy seguro que el problema (como en muchos otros casos) es conductual. El problema en sí somos nosotros, no tomemos el papel de derechohabiente ni de médico o enfermero o tal vez el de trabajador social, mucho menos el de policía que cuida la entrada; tomemos el papel de aquellos que necesitan de un servicio y de aquellos que lo proporcionan.

Cuando necesitamos el servicio queremos que lo hagan rápido, que esas interminables colas, que a veces ciertamente parecen infinitas, fluyan como rio en un caudal, que el médico este atento a nuestro dolor (como si fuera el único del mundo), que el trabajador(a) social sea el más amable y me guie por el buen camino, queremos que las instalaciones sean lo más adecuadas. Pero cuando llegamos que hacemos, pelearnos con aquel que se inmiscuye en la fila (sí es que no somos nosotros aquel que se adentra y no respeta el sentido de la misma), le exigimos como reyes a un esclavo al trabajador, en el cual no recae la responsabilidad del mal servicio (en su totalidad), gritamos y pataleamos como simios salvajes queriendo una banana; y no vemos que alrededor hay mucho que atender y ciertamente no todos somos capaces de ser médicos.

Por el otro lado, aquellos Hipocráticos que asumen ese papel, algunos bien, algunos mal; llegan a su horario de trabajo (no olvidar mis amigos que aunque es un trabajo, nunca, pero nunca desentiendan que aquellos a los cuales les prestan su servicio son humanos y no solo números de archivo o habitación) y ven una larga fila de pacientes ansiosos por ser atendidos, pues han madrugado para tener el privilegio de ser vistos, y posiblemente piensan –mmm esto me va a llevar todo el día- y así es, los que son buenos representando la bata blanca se llevan todo el día y eso es grato, por que prestan atención. Sin embargo muchas veces se dejan llevar por la cotidianidad y por el ambiente de su trabajo, olvidando que no todos conocemos que es el paracetamol, o que no todos entendemos que el hematoma de nuestra pierna no es grave, o tal vez no sabemos que es el soporte cervical externo, aunque lo hayamos visto mil veces en nuestra vida.

Pero también ellos son humanos que se cansan, que necesitan comer, que también necesitan un respiro. Humanos que hacen magia para recetar lo que menos costo tenga o en el peor de los casos el medicamento que más se parezca y que tengan disponible.

Mucho de los rezagos que nuestro sector salud tiene no los podemos cambiar, pues no contamos con el poder de hacerlo, pero hay otros tantos en los que podemos hacer la diferencia.

Esto es un llamado de atención a las dos caras de la moneda, y aunque sé que muchas de las personas que llegan a atenderse en los Hospitales nunca leerán esto, algunos por falta de tecnología, otros tantos en su mayoría porque no saben leer, sí soy optimista y sé que algunos cuantos médicos lo harán y pondrán más atención. Serán, como debe de ser, aquellos que enseñen y aprendan de sus pacientes a ser eso… PACIENTES.

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